1Hizo prosperar sus obras por mano de un profeta santo,
2Atravesaron el desierto inhabitable y fijaron sus tiendas en lugares intransitables;
3Resistieron a los enemigos y rechazaron a sus adversarios;
4Tuvieron sed y te invocaron y les fue dada agua de la dura roca y para saciar su sed, de la áspera piedra.
Castigo de los egipcios
5Pues por donde fueron castigados sus enemigos,
6por ahí fueron socorridos los indigentes.
7En vez de las aguas perennes del río, se vieron aquéllos turbados con sangre podrida,
8en castigo del decreto infanticida. Dísteles a ellos, contra toda esperanza, aguas abundantes,
9y mostraste por aquella sed el castigo infligido a los adversarios, juzgados con ira.
10Porque aquéllos, probados y corregidos con misericordia, conocieron cómo eran atormentados los impíos con ira.
11Pues a unos, como padre que amonesta, los probaste; pero a los otros, como rey severo que condena, los castigaste.
12Pues ausentes y presentes eran igualmente atormentados.
13Y heridos por un doble pesar, gimieron por la memoria de lo pasado.
14Porque, oyendo que sus propios tormentos beneficiaban a los otros, conocieron al Señor.
15Pues aquel que ellos arrojaron y despreciaron, le admiraron al fin de los sucesos, cuando sintieron una sed muy diferente de la de los justos.
16En castigo de los pensamientos insensatos y estúpidos con que, extraviados, adoraban a reptiles miserables y viles brutos, les enviaste en castigo muchedumbre de animales irracionales.
17Para que conocieran que por donde uno peca, por ahí es atormentado.
18Pues no era difícil a tu mano omnipotente, que creó el mundo de la materia informe, enviarles muchedumbre de osos o feroces leones,
19o fieras desconocidas, llenas de furor, creadas nuevamente, que respirasen un aliento inflamado, lanzando rugidos humeantes, y con sus ojos echaban terribles centellas.
20Que no sólo con su daño pudieran destrozarlos, sino que ya sólo con su vista espantable los mataran;
21Pero aun sin esto, por un simple soplo podrían perecer perseguidos por la justicia y disipados por tu soplo poderoso; pero todo lo dispusiste con medida, número y peso.
22Porque el realizar cosas grandes siempre está en tu mano, y al poder de tu brazo, ¿quién puede resistir?
23Pues todo el mundo es delante de ti como un grano de arena en la balanza y como una gota de rocío de la mañana que cae sobre la tierra.
24Pero tienes piedad de todos, porque todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres para traerlos a penitencia;
25Pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho, pues si tú hubieras odiado alguna cosa, no la habrías formado.
26¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras, o cómo podría conservarse sin ti?
27Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amador de las almas.
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