Deberes para con los padres
1/2Escuchad, hijos míos, que soy vuestro padre, y obrad de modo que alcancéis la salud.
3Pues Dios honra al padre en los hijos y confirma en ellos el juicio de la madre.
4El que honra al padre expía sus pecados.
5Y como el que atesora es el que honra a su madre.
6El que honra a su padre se regocijará en sus hijos y será escuchado en el día de su oración.
7El que honra a su padre tendrá larga vida.
8Y el que obedece al Señor es consuelo de su madre.
El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a señores a los que le engendraron.
9De obra y de palabra honra a tu padre.
10Para que venga sobre ti su bendición;
11Porque bendición de padre afianza la casa del hijo, y maldición de madre la destruye desde sus cimientos.
12No te gloríes con la deshonra de tu padre, que no es gloria tuya su deshonra;
13Porque la gloria del hombre procede de la honra de su padre y es infamia de los hijos la madre deshonrada.
14Hijo, acoge a tu padre en su ancianidad y no le des pesares en su vida.
15Si llega a perder la razón, muéstrate con él indulgente y no le afrentes porque estés tú en la plenitud de tu fuerza; que la piedad con el padre no será echada en olvido.
16Y en vez del castigo por los pecados, tendrás prosperidad.
17En el día de la tribulación, el Señor se acordará de ti, y como se derrite el hielo en día templado, así se derretirán tus pecados.
18Como un blasfemo es quien abandona a su padre, y será maldito del Señor quien irrita a su madre.
Modestia y misericordia
19Hijo mío, pórtate con modestia, y serás amado más que el dadivoso.
20Cuanto más grande seas, humíllate más, y hallarás gracia ante el Señor.
21Porque grande es el poder del Señor, y es glorificado en los humildes.
22Lo que está sobre ti no lo busques y lo que está sobre tus fuerzas no lo procures.
23Ejerce tu espíritu en lo que te ha sido asignado, pues no necesitas de las cosas ocultas.
24No te obstines en hacer lo que no puedes,
25pues mucho es ya lo que ante ti está que podrás entender.
26A muchos extravió su temeridad, y la presunción pervirtió su pensamiento.
27El que ama el peligro caerá en él, y el corazón duro parará al fin en la desgracia.
28/29El corazón duro se verá aplanado, y el obstinado añadirá pecados a pecados.
30La desgracia del soberbio no tiene remedio, porque arraigó en él la maldad.
31El corazón del discreto medita sentencias y un oído que escucha es el deseo del sabio.
32/33El agua apaga la ardiente llama, y la limosna expía los pecados.
34El que agradece los beneficios se prepara otros nuevos y en el día de la caída hallará apoyo.
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