1Mientras que para sus santos brillaba una espléndida luz, aquéllos, oyendo sus voces sin ver a las personas, las proclamaban felices aunque hubieran sufrido.
2Y aunque maltratados injustamente, no se habían vengado, antes daban gracias, y pedían perdón de ser tenidos por enemigos.
3Y en lugar de las tinieblas encendiste una columna, que les diste para su camino, guía desconocido, un sol inofensivo para una gloriosa peregrinación.
4Pues dignos eran de ser privados de luz y encerrados en tinieblas los que guardaban en prisión a tus hijos, por quienes había de ser dada al mundo la luz incorruptible de la ley.
5Y a los que habían resuelto dar muerte a los hijos de tus santos, uno de los cuales fue expuesto y salvado para castigo de ellos, les quitaste la muchedumbre de sus hijos y a una los ahogaste en las impetuosas aguas.
6Aquella noche fue de antemano conocida por nuestros padres; porque, sabiendo con certidumbre a qué juramentos habían dado fe, tuvieron más ánimo.
7Y fue esperada por tu pueblo la salud de los justos y la perdición de los enemigos.
8Pues con lo mismo que castigaste a los enemigos, con eso nos fortificaste llamándonos a ti.
9En secreto hicieron sus sacrificios los hijos santos de los buenos, y de común acuerdo hicieron este pacto divino, de que los santos participasen igualmente de los mismos bienes y peligros, cantando antes las alabanzas de sus padres.
10Entre tanto resonaba el grito discordante de los enemigos y se oía el triste llanto por los hijos muertos;
11Y con igual pena fue castigado el siervo que el amo, y la plebe padecía lo mismo que el rey.
12Y todos a una, con un sólo género de muerte, tenían muertos innumerables, y no bastaban los vivos para sepultarlos, pues en un instante sus más nobles nacidos fueron muertos.
13A causa de sus magias no habían creído todos los castigos pasados, pero con la muerte de los primogénitos confesaron que el pueblo era hijo de Dios.
14Un profundo silencio lo envolvía todo, y, en el preciso momento de la medianoche, 15tu palabra omnipotente, de los cielos, de tu trono real, cual invencible guerrero, se lanzó en medio de la tierra destinada a la ruina.
16Llevando por aguda espada tu decreto irrevocable; e irguiéndose, todo lo llenó de muerte, y caminando por la tierra, tocaba el cielo.
17Al instante visiones de sueños terriblemente los turbaron, cayendo sobre ellos temores inesperados;
18Y, arrojados por tierra aquí y allí, manifestaban la causa por que morían.
19Las visiones que los turbaron les habían advertido, para que al morir no ignorasen por qué sufrían aquellos males.
20La prueba de la muerte alcanzó también a los justos, y en el desierto se produjo una mortandad en la muchedumbre; pero la cólera no duró mucho tiempo.
21Porque un varón irreprensible se apresuró a combatir por el pueblo con las armas de su propio ministerio, la oración y la expiación del incienso, y resistió a la cólera y puso fin al azote, mostrando que era tu siervo.
22Y venció a la muchedumbre, no con el poder del cuerpo ni con la fuerza de las armas, sino que con la palabra sujetó al que los castigaba, recordando los juramentos y la alianza de los padres.
23Y caídos los muertos a montones unos sobre otros, levantándose en medio, aplacó la cólera y le cortó el camino hacia los vivos.
24Pues sobre sus vestiduras llevaba grabado a todo el pueblo, los nombres gloriosos de los padres, grabados en las cuatro series de piedras, y tu gloria sobre la diadema de su cabeza.
25A la vista de esto retrocedió con temor el exterminador, y dio por suficiente la manifestación de la cólera divina.
TITULO: Rosario Para Principiantes. TUTORIAL Detallado
AUTOR: Pablo Claret
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