1Oíd, pues, reyes, y entended. Aprended los que domináis los confines de la tierra.
2Aplicad el oído los que imperáis sobre las muchedumbres y los que os engreís sobre la multitud de las naciones.
3Porque el poder os fue dado por el Señor, y la soberanía por el Altísimo, que examinará vuestras obras y escudriñará vuestros pensamientos.
4Porque, siendo ministros de su reino, no juzgasteis rectamente y no guardasteis la ley, ni según la voluntad de Dios caminasteis.
5Terrible y repentina vendrá sobre vosotros, porque de los que mandan se ha de hacer severo juicio.
6Pues el pequeño hallará misericordia, pero los poderosos serán poderosamente atormentados.
7Que el Señor de todos de nadie teme, ni se inmutará ante grandeza alguna; porque Él ha hecho al pequeño y al grande, e igualmente cuida de todos;
8Pero a los poderosos amenaza poderosa inquisición.
9A vosotros, pues, gobernantes, se dirigen mis palabras, para que aprendáis la sabiduría y no pequéis.
10Pues los que guardan santamente las cosas santas serán santificados, y quienes hubieren aprendido encontrarán excusa.
11Ansiad, pues, mis palabras, deseadlas e instruíos.
12Esplendente e inmarcesible es la sabiduría; fácilmente se deja ver de los que la aman y es hallada de los que la buscan.
13Y aun se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
14El que temprano la busca no tendrá que fatigarse, pues a su puerta la hallará sentada.
15Pues pensar en ella es ya prudencia consumada, y el que vela por ella, pronto se verá sin afanes.
16Porque ella misma busca por todas partes a los dignos, y en los caminos se les muestra benigna, y en todos sus pensamientos les sale al encuentro.
17Pues su principio es el deseo sincerísimo de la instrucción, y procurar la disciplina es ya amarla.
18Este amor es la guarda de sus preceptos; la observancia de las leyes asegura la incorrupción.
19Y la incorrupción nos acerca a Dios.
20Por tanto, el deseo de la sabiduría conduce al reino.
21Si, os complacéis, pues, en los tronos y en los cetros, reyes de los pueblos, estimad la sabiduría para que reinéis por siempre.
Salomón, enamorado de la sabiduría
22Yo os contaré qué es la sabiduría y cuál es su origen; y no os ocultaré sus misterios, sino que desde su primer origen seguiré (sus) huellas, y no daré de lado a la verdad.
23No iré con el que de envidia se consume, porque la envidia no tiene nada que ver con la sabiduría.
24Los muchos sabios son la salud del mundo, y un rey prudente, la prosperidad de su pueblo.
25Así, pues, aprended mis palabras, y os servirán de provecho.
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